“En todas las almas, como en todas las casas. Ademas de fachada hay un interior escondido”.
Raul Brandaõ
Es cuando tengo la cabeza llena de música que viene a invadirme algún pensamiento tenaz; de esos que no quieren irse… que no lo abandonan a uno hasta ganar verdadero espacio en algún hilo de razonamiento más o menos acabado.
En un deslizamiento significante bastante curioso, concluyo que las paredes se construyen o se destruyen y que, sucederá lo uno o lo otro, dependiendo de una sola variable. Variable indecible, impronunciable, aún más: difícilmente descifrable. Todo depende de ella, o casi todo. Sin importar la complejidad de una teoría, todo se ordena si esta variable se vuelve visible. Habremos de conocerla, para malentender y confundir con justicia.
Una vez que se asume la bondad de un misterio, descifrar sus códigos, solo a veces es necesidad.
He leído a Lacan, me ha atrapado en su red. Lo veo, indicando una ruta, señalando el camino, a quien no es capaz de entender su lengua. No su lengua hecha de letras y palabras, sino aquella hecha de intenciones y deseos: metáfora viva, ilusión errante, producción hecha vida.
Quiero salir de ahí para mirarla de lejos, desde más lejos.. y más lejos. Quizás así pueda leer esta variable, indecible, impronunciable… difícilmente descifrable. Para que ordene los actos, para asir los conceptos. Para poder amarlo, bah.
Apollon Moikov, fue un poeta ruso a quien conocí hoy, por curiosidad. Amigo de Dostoievski, escribió estas palabras que pronunció en un discurso unos días después de su muerte:
(…) Conversábamos durante muchas horas, argumentábamos y debatíamos, trabajábamos sobre diferentes ideas nuevas, discutíamos el trabajo de cada uno, y como resultado, nos ayudábamos a comprender mejor las cosas.
Discutíamos acerca de todo: eventos actuales, sucesos insignificantes en nuestras vidas personales, grandes eventos que se sucedían en nuestro país y alrededor del mundo. Discutíamos todo en una gran escala, con una perspectiva histórica. A aquellas cosas pequeñas e irrelevantes, las conectábamos lógicamente con eventos significativos. (…)
El siempre quería llegar al “corazón del asunto”, alcanzar un entendimiento de aquello que era lo más esencial de la vida. Los dos queríamos eso, y él… ayudaba a otros a alcanzar sus objetivos.
Oh! Si las personas pudieran entender, entonces el mundo sería el Paraíso en la Tierra – solía decir. – ¿Qué quería decir exactamente con ese “entender”?
(…) Después del aplauso, los gritos y vitoreos de las grandes audiencias que seguían lecturas de sus trabajos; el solía repetir: – “Si, si, esto está muy bien ¿pero realmente lo entienden? – El se refería a aquello que llamaba “el corazón del asunto“.
El estructuralismo se sumerge en la profundidad de las cosas para develar aquello que hay de común en elementos aparentemente desconectados; aquello que hay detrás de las palabras, en los cimientos. Una suerte de alquimia significante.
Las elaboraciones teóricas a lo largo del tiempo, no pueden disociarse del período histórico al que responden, incluso ante el cual reaccionan. Así, en una oscilación que no se detiene, se desarrolla la historia del pensamiento.
El reduccionismo freudiano, que existe, es tanto más una insistencia, que un error; pues se insiste ante aquel o aquello que se resiste.
Freud no solo fue brillante; por sobre todas las cosas, fue un hombre sincero. No espero de él, más de lo que nos ha dejado, que es bastante.
Hay un principio ordenador detras de todo desorden, hay una u otra necesidad, detras de toda teoría.
Despegar la corteza de sus membranas, lentamente. Para que no sangre. Las suyas, Sir Jacques Lacan.