Un exceso de libertad,
se expresa así:
en una negación.
La convención que a todos seduce,
no me excluye, pero es excluida por mí.
Como todo exceso,
termina regalando infiernos,
más de hielos,
que de fuegos funestos.
Mas se equivocan:
no hay sujeción,
libre de engaños.
Lo más real,
de lo más etéreo,
es el despojo
(y progresivo),
de todo aquello…
de lo excesivo.
Sin sujeciones, y sin engaños,
la verdad, no tiene exclavos.
Lo más etéreo,
no pesa nada,
ni carga excesos,
ni se enmascara.