¡Tierra!
Rodrigo de Triana
Es invisible la mano.
La que batió el tiempo, en un juego como de dados.
Ahora el arroz, está sonando en la olla.
El ripio vertido, sin contemplación.
Las bolillas de un niño,
cayendo y rodando,
(sin solución).
Distraída, solo vivía, cuando saltaron los puntos
y el mundo se abrió.
No son sus vísceras las que lastiman,
(Del engaño, la revolución).
Es el sentido dibujado del mundo,
Que se perdió.
El mundo duele más, cuando ya es informe,
se evidencia una tiranía,
que cuando es redondo,
se esconde.
Veo al verdugo,
(octubre sangriento),
con su previo enero,
terminó aquel cuento.
Diviso al Inca en la cordillera,
que en una ofrenda se acerca al sol.
Siento el galope y el grito embravecido;
es de una batalla y suena un tambor.
Bajo mis pies vibra la tierra,
yo siento que vibra y siento el temblor.
Escucho el llanto de un niño cansado,
que rechaza el fruto y quiere la flor.
Una lanza, penetrando en la bestia,
El animal erguido,
sobre el que está herido.
(Alimento y bendición).
Todas las barcas,
surcando los mares,
con el hambre incurable,
de la dominación.
Escucho el látigo,
sobre un cuero desnudo,
y un grito encarnado
que es de terror.
Un campo labrado.
Una vieja palabra.
Un girasol.
Al hombre que amo,
haciendo su tiempo,
en todos los tiempos,
lo veo yo.