“En el centro donde me encuentro,
en el centro del Es, no hago preguntas.
Porque cuando es, es”
Clarice Lispector
Dijiste que de sentirte, el oleaje de los álamos,
se escucharía en mi ventana.
Dijiste que su brisa, se colaría entre mis sábanas.
Con aroma a madera,
(y avellanas).
La arena,
Sería tibia bajo mis pies.
Y tus manos,
Seda sobre mi espalda.
Dijiste que de sentirte, las notas del mejor vino,
harían latir mis entrañas.
Que callaría el mundo,
que ya no habría palabras,
que en el silencio habría belleza.
Y dignidad.
Y esperanza.
Dijiste que de sentirte, se abrirían mis alas,
las que tejen los sueños,
y piden las montañas.
Dijiste que de sentirte,
no habría color,
idioma,
o raza.
Que sería la especie misma,
dueña y señora,
de mi casa.
Lo dijiste,
con palabras.
Yo
– en cambio –
no dije nada.
*Del verbo ser; segunda persona del plural. (Imperativo)