De Gregoria, la madre,
A Sergio, el hijo.
Salta, 22 de diciembre de 1849
Contesto tu carta en que me hablas de la escasez de ropa en que llegó Adolfo, lo que me extraña porque he recibido de casa la cuenta de los gastos de viaje de este niño, donde figura la ropa necesaria. $210 es el costo del viaje de Adolfo y Deidemia. Lo que puedo decirte es que he gastado mil pesos desde que salí de Bolivia y eso es el trabajo de 9 años como un macho de carga, privada hasta de tomar un pocillo de chocolate y remando con la costura y con toda clase de trabajos, como te consta. Ahora me sales conque le tomarán a mérito, cuando ya no tengo fuerzas para tanto trabajar, y había creído que yo no tendría que afligirme más que por mí y la niña.
Fonlis, que ha llegado de Valparaíso, me ha traído un recado de Domingo García diciéndome que lo mande a Adolfo para ocuparlo allí. Yo te hablo con mi corazón: más querría que esté a tu lado y que aprenda a trabajar, para que si uno se enferma lo asista el otro, porque el lugar de un hermano no lo ocupa nadie, además de que necesita dejar esa flojera y asentar la letra, porque de lo contrario iría a sufrir mucho y sería una vergüenza que dijeran que no sabe trabajar. Dime pues tu opinión después de las reflexiones que te hago.
Me lleno de amor propio al ver que don Luciano, te tiene tanta confianza. A la verdad que es la principal cualidad en un joven la honradez y la moralidad, porque se dice a boca llena: es una perla preciosa un joven virtuoso y honrado. Deseo que le imprimas a tu hermano estas ideas.
Ha llegado Zuviría, y su mujer ha tenido un grandísimo gusto de verlo después de 18 años, junto con los cinco hijos que llaman la atención por lo bien educados y buenos mozos, que son la admiración de este pueblo. Me dijo Zuviría que tuvo gran placer cuando te encontró a bordo, que estabas muy bien.
Mañana me voy con Jacoba a Cerrillos para hacerla pasear un poco. Cuando tendré el gusto de verlos a los dos ustedes, retozando allí. Pinto, Jacoba y Deidamia, y todas tus tías me encargan mil cosas para los dos.
P.D Mi querido Adolfo: con mucho retraso he recibido tu carta. Me alegro muchísimo que estés al lado de tu hermano y espero que sabrás ganarle la voluntad a don Luciano, como lo ha hecho Sergio, y que ambos reconozcan a un padre en la persona del señor Durandeau. Recibe mil afectos de tu hermanita, de Elisa y de tus tías y hazle una visita a mi nombre a tu madrina.
Tu madre que te ama de corazón.