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agosto 20, 2019|Capiton(é)Entrevistas

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Tiempo de lectura: 6 minutos

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JORGE CORNEJO ALBRETCH

Contame sobre tu recorrido Jorge ¿cómo lo describirías?

Bueno.. empezando por el principio te diría que pasé por todos los colegios y que en dibujo solían desaprobarme. Por aquel entonces, lo clásico era trabajar con las naturalezas muertas, los modelos de yeso, las columnas y yo hacía todo lo contrario.

Quizás alguien puede pensar que estoy en contra de lo académico. Si bien eso no es así, si es verdad que me hice solo. Haberme hecho solo no significa que no me haya nutrido de cosas, nada viene de un repollo, pero si es verdad que me armé dentro de mi santuario, de lo que a mi me interesaba.

No estudié a muchos pintores, no he abarcado mucho, más bien me dediqué a estudiar algunos en profundidad. Aún ahora estudio todos los días y siento que nunca salí de una fase de principiante, a pesar de mis 60 y cortos años.

Tenía 11 años cuando empecé a hablar de la finitud, sin entender mucho. Para mí la finitud era la quebrada, los hilos de agua, que de golpe brillaban con el sol, esos destellos. Eso era para mí la finitud. Después encontré lo que decía el diccionario.

En el dibujo, tenés que asumir esa finitud.

Empecé a los 4 o 5 años, con Miguel Angel. Me apasionaban los cuerpos que hacía… Seguí con los impresionistas. Los que me apasionaron en un principio fueron Monet, Cézanne, Manet, toda la corriente esa. Después Van Gogh y Gauguin.

¿Qué es el arte? ¿cómo podrías definirlo?

Las Artes Plásticas a mi modesto entender, invitan a armonizarse interiormente para luego lanzarse a cruzar los océanos.

Esa armonización que se logra interiormente permite aflorar desde adentro en forma directa.

Creo que todos somos artistas, en algún sentido, porque venimos de la obra creadora de Dios.  Por eso, asumo la pintura del espíritu. Porque eso somos, cuerpo y espíritu.

Cuando uno se retira a crear, necesita de ese silencio que puede mucho más que las palabras, o de ese misterio, que aparece en el silencio. La razón, la inteligencia, el conocimiento… todo es muy bueno, pero el misterio gana, el misterio siempre tiene la última palabra. Esas cosas que queremos deshojar y que resultan imposibles porque son parte del misterio. Es maravilloso que sea así.

En lo personal, el dibujo me sirvió de andamiaje y la pintura fue, es y será siempre una entrega.

¿Cuántas horas le dedicas al arte?

Metafóricamente, todas. En mis recreos, hago caminatas y ahí voy divagando.

Creo que todo ser humano debe entregar al prójimo la excelencia. ¿Para qué entregar los herrumbres? ¿Para qué ese egoísmo?

Mis tres grandes pasiones son la pintura, la poesía y la escritura. En el último tiempo me volqué más a la pintura pero duermo con un block al lado, y a medianoche anoto las cosas que se me pasan por la cabeza, me duele no acordarme de los pensamientos que tuve.

Antes trabajaba mucho de noche, porque no me quedaba opción, ahora me canso más, la vista empieza a jugarme malas pasadas.

Mi atelier es acá arriba, tengo la suerte de que está en mi casa, entonces puedo estar y a la vez aislarme. Si te llevara, verías que es una sendita que va derecho a mi atril y tengo una muy buena biblioteca. No son muchos libros pero son en su mayoría sobre estos pintores que sigo estudiando y que todavía me siguen nutriendo.

¿Cuáles son tus elementos habituales de trabajo?

Picasso decía cuando no tengo rojo, pongo azul. Lo importante es poder expresar. Una vez estaba en una escuela, y la directora me pregunta con que elementos pueden trabajar los niños. Le digo que con cualquiera. Lo importante es que uno que trabaja con un carbón no se sienta menos ante uno que trabaja con algún lápiz sofisticado.

Me decías que vos te hiciste solo pero ¿tuviste alguna formación sistemática? ¿O tuviste algún mentor, por llamarlo de algún modo?

Hay una anécdota muy buena de Henri Matisse. Alguien le pregunta a que escuela de arte podía ir, y el le respondió, si no hay más remedio, vaya a alguna.

Miguel Angel, tenía 7 años e iba a aprender de su maestro. En un momento el maestro se va, y cuando vuelve se da con que Miguel Angel, había hecho cualquier otra cosa. El maestro ¿qué hace? lo hecha a patadas. Eso pasa mucho en las escuelas de arte; todos los alumnos terminan pintando igual que el profesor. Se trata justamente de lo contrario. Cuando te haces solo, te haces fuerte interiormente, vas contra viento y marea, y no transas… ni siquiera con vos mismo.

Por supuesto, creo que es bueno conocer y en lo posible de cerca, la obra de los grandes maestros, Europa es un gran lugar para hacerlo.

En lo personal, tuve la suerte de poder hacer una linda experiencia allá. Viví un tiempo en Niza, al Sur de Francia. Ahí monté mi atelier, que no era más que un caballete y una tabla. Un señor que tenía un negocio al frente de mi atelier, me invitó a exponer en sus vidrieras mis pinturas.

Si tuvieras una máquina del tiempo, con cual de estos pintores que me mencionabas antes te gustaría tomar un café, conversar.

Me gusta tu pregunta, porque cuando estoy en la creación los traigo a todos ellos a mi mesa. También a la gente que me empujó en el camino del arte. Las influencias son buenas en la medida en que uno tenga y mantenga su singularidad, para no caer en la vaguedad.

Todo el esfuerzo que uno hace en vías de la creatividad no es nada. Es un absurdo total pensar, “como transpiré hoy”, en vías de lo que implica multiplicarse interiormente para poder crear.

Si hoy me tirás 20 lienzos por la cabeza, yo en una noche te los lleno, en el estilo que vos quieras, porque tengo años en esto… Pero lo que uno quiere hacer, al margen de los estilos, es su propia escuela. Para eso hay que nutrirse y encontrar espacios de silencio. En 1870, Gauguin ya se quejaba del ruido.

Otro de los grandes enemigos actuales es querer el éxito. Todos queremos ser exitosos en la vida en algún sentido. Si yo estoy con vos quiero agradarte, pero hay que ser muy serio en cuestiones de arte, porque lo importante es entregar todo. Eso es lo importante.

Por otra parte, pienso que el talento, no es otra cosa que “estar lento”. En estos tiempos dirán qué utopía, este está chiflado. Pero estar lento, no significa estar estático sino que implica cierta disposición para almacenar en el consciente y en el inconsciente una vasta cantidad de situaciones que te van a aportar algo importante en algún momento, a cada uno según cual sea su modo de expresión.

A mí, lo que me pasa con la pintura es que siempre me gana, y entonces yo voy a su encuentro. Eso es lo más maravilloso, tiene esa picardía, de hacerme transpirar sin lograr lo que quiero lograr.

¿Cuándo dijiste que te ibas a dedicar a esto? ¿Tuviste buena recepción?

Si, aunque mis padres sufrían. Antes decías que ibas a ser pintor y era una mala palabra. Nosotros vivíamos en una casa de campo, a 2 km del Río Mojotoro y ahí hice mis primeras experiencias con el dibujo. Dibujaba en las copias de los recibos de la empresa de mi papá. Cuando salieron las primeras máquinas de calcular, esas que registraban los cálculos en unos rollitos, dibujaba ahí, en esos rollitos, películas e historietas.

Ellos no me privaron, pero imaginate lo que significaba que yo, un pergenio de 10 años ande por ahí con amigos de 30 porque eran pintores, con sus vidas medio sospechosas pintando con ellos en sus conventillos.

¿Tenes identificado de donde viene tu interés por el dibujo y la pintura?

Creo que vino conmigo, no es una suficiencia, también te podés hacer… pero en mi caso, así lo siento.

¿Cómo es tu relación con tus obras?.

Ahora trato de no detenerme, y de asumir una actitud más de observación que de crítica ante mi obra. A veces no quiero mirarlas, pero las miro, porque son parte de mi vida. No sería bueno no valorarlas, porque hoy no me gusten.

Con respecto a las ventas, puedo decirte que cuando vendo una obra camino un ratito por la estratófera, pero nunca pinto pensando en vender.
Lo peor que uno puede hacer es crear pensando a quien va a venderle la obra. Puede que las circunstancias te lleven, pero creo que no hay que ceder.

Sé que soy repetitivo en esto, pero es solo porque es de este modo que yo me fortalecí internamente. A los jóvenes que me preguntan, les digo que tienen que defender la creatividad a toda costa, pero que si mañana tienen que ir y cambiar una obra por una porción de pizza, lo hagan, por que esa es la supervivencia.

¿Podes identificar temas precisos que estén a lo largo de tu obra, porqué surgen, de dónde?

Siempre pongo el ejemplo del minero, que baja a ciertas profundidades y encuentra una veta, y hasta que no agota esa veta, no pasa a otra cosa. Yo me dejo llevar mucho por la intuición. Hay de Picasso una expresión muy linda que dice que en determinados momentos siente que es la pintura quien dirige la orquesta.

¿Sentís predilección por alguna de tus obras? ¿Quizás, por su significado, por el momento de su creación, o por el resultado?

Definitivamente. Cada cuadro tiene una historia por atrás. Somos seres débiles, hay momentos tempestuosos y otros más calmos. No somos super hombres, y esa ambivalencia influye en la obra y en la relación que tenemos con ella.

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