De Gregoria, la madre, a Adolfo, el hijo.
Salta, 23 de enero de 1865
Mi muy querido hijo: Por tus cartas del 8 y 24 de noviembre, veo que después de 3 meses en Europa aún estabas en París. ¡Cuánto tiempo tardarán todavía en Italia! De todos modos, me parece bien que regreses con Bedoya, porque le tengo horror a la fiebre amarilla.
Pancho Delgado me ha escrito una larga y cariñosa carta avisándonme que se marcha a la legación del Río Janeiro, y agrega que un amigo queda encargado de mandarte mis cartas a Europa.
Parece que se prepara una terrible tempestad en la República o en el Río de La Plata entre brasileños, paraguayos y orientales, y se teme que Buenos Aires tenga que ponerse en facha. Ahora el señor Mitre está muy condescendiente con las Provincias. Ha dispuesto que se establezca un colegio de jóvenes en Salta, costeado por la Nación, que se abrirá el 1ro de marzo, con 4 preceptores. Don José Manuel Arias será el rector. Espero me confirmes la noticia de que ya viste al Papa y recibiste su bendición. Te tengo envidia. Pero más me habría gustado, que te hubieras confesado, ya que tanta grandeza te ha tocado el corazón.