– DAVI MASCARENHAS –
1.¿Qué edad tenías cuando empezaste a tocar la guitarra? Y porqué o cómo…
Tenía 11 años y una admiración muy grande por la música y principalmente por la guitarra, tanto la guitarra eléctrica como la guitarra acústica, era algo que me gustaba profundamente. Sentía que yo quería tocar ese instrumento, sentía que ese instrumento era para mí.
2. ¿Cuál fue tu primer encuentro con una guitarra?
Mi tío había comprado una guitarra para mi prima. Pero ella no se mostró interesada, y la guitarra quedó ahí, en la casa de mis abuelos. Un día, mi tío me preguntó si yo la quería. Fue adentro de la casa, y me la dió. Fue el mejor regalo de mi vida.
3. ¿Cómo empezó ese gusto tan grande por la guitarra, y por la música?
No sé decir exactamente, pero sé que mis padres, escuchaban mucha música. Mi padre escuchaba rock, rock progresivo, y rock nacional de Brasil, cosas muy buenas, tenía muy buen gusto para la música, mi madre también. Ella admiraba la cultura de Brasil, la musicalidad brasilera, escuchaba Gilberto Gil, Caetano Veloso, Chico Buarque… una lista muy larga. Mi padre más Pink Floyd, Led Zepellin, Emerson Lake and Palmer, Yes, Supertramp…. Eran dos mundos distintos, pero los dos tenían su propia magia. No sabía cual de los dos me gustaba más.
4. ¿Vos vivís de tu música?
Infelizmente no.
5. ¿Podrías vivir de tu música?
Creo que sí, pero es muy difícil. En cualquier parte del mundo es muy difícil consolidarse y tener un nivel de reconocimiento que te signifique un retorno financiero bueno. Muchas veces me dijeron “vos podrías tocar en restaurantes, bares y casas de shows, haciendo covers y cosas así“. Pero para mi la música es otra cosa. No me gusta tocar música de otras personas. No es que no entienda el valor de eso, el valor de quizás hacer un buena versión de alguna canción que ya existe. Pero para mí, hacer música es crear música.
A las personas les gusta escuchar música que ya conocen, entonces hay mucho mercado en Brasil, para tocar en bares haciendo covers. Lo entiendo, y me parece interesante, pero no es lo mío.
6. De todo eso que escuchabas en tu casa, por tus padres, ¿había algo que te conmoviera particularmente? ¿qué siempre quisieras escuchar o escuchar de nuevo?
Había un grupo que mi mamá escuchaba que se llamaba Secos e molhados, una banda de Ney Matogrosso y tenía una canción que hablaba de los ataques de Hiroshima y Nagasaki. Un día, siendo muy chico, tendría 6 o 7 años, estábamos escuchando eso, mi madre me contó lo que decía la letra, y yo comencé a llorar. Mi madre quiso sacar la música y yo le dije que no, que me gustaba mucho, pero seguía llorando. Era algo muy profundo lo que pasaba dentro mío, después la quería oír de nuevo y de nuevo…
También tenía un gusto muy grande por Pink Floyd. La guitarra de Gilmour era algo que, no sé, me afagaba, no se como es esa palabra en español, algo así como que me abrazaba. Un afago, es como un abrazo. De hecho, el primer álbum que le pedí a mi padre fue un álbum de Pink Floyd.
También me encantaba Caetano Veloso, con su musicalidad muy brasilera y su ritmo muy elaborado, algo africano con influencia europea… una música muy increíble. Caetano es un artista muy inteligente, con una percepción musical muy amplia, consigue hacer cosas muy ricas y colocar su firma, su sello, en cada composición, algo con mucha personalidad.
Esos tres artistas creo que son los que más me marcaron y los que más me impulsaron a tocar la guitarra y hacer música.
Baden Powell fue una influencia muy importante, que descubrí ya en mi adolescencia. Fue como descubrir un genio, un santo de la música, porque parecía que el miraba la música de la misma manera que yo lo hago. Claro que el es un virtuoso de la música pero con una sensibilidad que me tocó mucho.
Una influencia más reciente, que conocí por mi profesor de luthería fue Peter Green. Peter Green fue el guitarrista que sucedió a Eric Clapton en Fleetwood Mac.
Cuando Green llegó para reemplazar a Eric Clapton, que era hasta entonces el dios de la guitarra, nadie creía que podía estar a la altura. La gente decía “como van a reemplazar a Eric Clapton por este, que no lo conoce nadie”, pero realmente creo que es mejor. Un guitarrista con una personalidad increíble, mucha sutileza y belleza, composiciones muy ricas, y muy distintas.
BB King decía que Peter Green era el único guitarrista que lo hacía estremecer… Creo que no hay una palabra en español para arrepiar, pero es lo que mejor expresa esa conmoción que puede causar una composición. No es lo mismo que estremecer, pero si similar.
7. ¿Qué hubieras hecho si no hubieras sido músico?
Me pregunté eso muchas veces, y me siento muy afortunado porque desde muy joven, muy temprano en mi vida, supe que era lo que quería hacer. Desde los primeros años, supe que dedicaría mi vida a tocar la guitarra.
8. ¿Cómo fue tu formación musical? Al margen de estas influencias.
Después de que me regalaron esa guitarra que te contaba antes, volví a mi casa como si se tratara de un trofeo, como si esa guitarra fuera lo más valioso de la tierra. Hablaba con mis amigos y les contaba que tenía una guitarra, con fascinación. A partir de ahí, le insistí mucho a mi padre para que me anotara en alguna clase. Primero, me llevó a un profesor… pero yo le dije que no era bueno. El me decía que sí, que era bueno, y yo le decía que no, que no era bueno. Yo quería a alguien mejor.
Después, en donde yo vivía, había un amigo de mi padre, que también enseñaba guitarra, y mi papá quiso que hiciera clases con el también. Tampoco me gustaba del todo, no sentí que aprendiera demasiado. Sí fue bueno, que en un momento decidió vender una guitarra y sus pedales, necesitaba la plata y mi papá aprovechó la oportunidad para ayudar a su amigo a la vez que me incentivaba a mí. Ese fue el otro gran regalo de mi vida, porque era una buena guitarra, mucho mejor que la que mi tío me había regalado, era ya de nivel intermedio y con los pedales podía crear muchas cosas. Pero el profesor en sí, no era bueno. Yo le decía a mi papá y el se enojaba conmigo, no entendía porque yo pensaba así.
Pero un tiempo después, recuerdo muy bien el día, estábamos con mi familia, saliendo de una pizzería cuando llama mi abuela al celular, y le dice a mi mamá que había un extranjero en su casa, que era una persona increíble, que hablaba como 8 idiomas y que era un guitarrista fantástico. Yo sentí… una emoción y una esperanza. Nunca voy a olvidar ese momento, cuando llegué a la casa de mi abuela y lo ví a José, José Georgevich. Fue un encantamiento en los primeros segundos: un hombre muy distinto, blanco, muy alto, muy europeo, medio árabe también, una persona que me pareció increíble desde el principio, con otro universo que yo quise conocer. Ese mismo día, entramos a un cuarto y me mostró su guitarra. Yo nunca había visto una Fender… el tenía una Stratocaster del 79, espectacular. Una guitarra increíble. Esa fue la primera guitarra de José, que después me regaló, y guardo para siempre. No tengo mi primera guitarra, pero sí la suya.
Durante un tiempo más, el se quedó en casa de mi abuela, así que yo iba, el me enseñaba cosas y tocábamos juntos. En un momento empezó a tener problemas con ella, y se fue a vivir con nosotros, a casa de mis padres. Pagaba su alojamiento, enseñándome guitarra. Fue lo mejor, porque soy muy de la práctica. No me llevo bien con la teoría y con las palabras, yo aprendo… haciendo.
Aprendí mucho con José, él sentado aquí y yo allá, practicábamos una cosa, y otra. Durante ese período, hice muchos progresos y cuando se fue, lo viví con mucha tristeza. Para mí era un amigo, un maestro, un hermano.. era todo para mí. El tenía unos 34 años, yo 12.
Cuando mis padres se separaron, él nos recibió a mi madre, a mi hermana y a mí en su casa. Fue un tiempo de mucha dificultad, vivíamos con lo básico, pero para mí fue muy bueno poder compartir más tiempo con José. Mi mamá tuvo una historia con él, no me lo decían pero yo lo intuía. Supe después, que sí, que se habían enamorado.
Me acuerdo que un día llegué y había una guitarra como la de BB King, ahí en la sala de estar. Yo no podía creer, era como una visión… una guitarra de esas salía millones de reales. Fui a preguntarle a José que era esa guitarra, que hacía ahí, y me contó que era de un amigo de él y que ibamos a poder tocar y experimentar con esa guitarra. Creo que hasta hoy esa es una de las mejores que toqué en mi vida, con un timbre impresionante. Para mí, experiencias como esas… eran lo máximo… Tocábamos juntos y eramos como dos chicos felices… como si fuera navidad y nos hubieran dado el mejor regalo de la vida.
Me acuerdo que un día le pregunté cuánto tiempo me faltaba para poder tocar como él, y me dijo que no mucho. Yo le insistí, le pedí que me dijera la verdad, entonces me dijo, que ya me había enseñado todo lo que el sabía, que yo tenía una musicalidad, un swing que el no tenía a mi edad, que tenía algo en mi sangre que por ser extranjero, el no tenía. Que el sabía que yo escuchaba música desde muy pequeño, música buena, muy rica y diversa y que tenía que capitalizar eso que tenía dentro de mí. Que cuando yo hiciera eso, lo iba a superar. Fue como un oráculo.
Después, el se fue a España, pensé que no lo iba a ver nunca más. Pero pasó un tiempo y el me contactó de nuevo. Me dijo que estaba volviendo a Brasil, que había comprado muchas guitarras y que quería regalarme una. Volvió con plata y con instrumentos nuevos, había cobrado una herencia de su madre. Se estaba alojando en el mejor cuarto de Brasilia, en un hotel, y yo iba ahí, comíamos rico y tocábamos mirando el paisaje… Cuando me dio la guitarra que me había prometido, fue un momento único, una Yamaha SG de 1978 de una sola pieza, increíble.
Cuando me vio tocar otra vez, quedó sorprendido. Me dijo que había progresado mucho, que realmente lo había superado. También yo lo pude ver, y fue algo que a mi mismo me sorprendió, fue un momento muy importante en mi vida. El me había dicho, que cuando yo capitalizara todo lo que tenía dentro, eso iba a suceder. Y sucedió.
Fue un gran maestro. No tanto porque fuera un guitarrista espectacular, sino porque lograba sacar de mí lo mejor. Pasé por profesores muy buenos, pero nadie consiguió sacar lo que había dentro de mí, como el lo logró. Creo que me entendía muy bien, porque teníamos un recorrido parecido. El también era autodidacta y aprendió tocando en la calle. Era un músico viajero, tuvo sus grupos en Egipto, Inglaterra y España. Sabía transmitirme las cosas de una manera muy orgánica y práctica.
9. ¿Hay algún acontecimiento en tu vida, dolores, o experiencias fuertes que hayan marcado un antes y un después en tu vida y en tu música?
Creo que dos momentos. El primero fue la separación de mis padres. Sentí una tristeza muy grande, y desde entonces siempre que estaba un poco triste, sacaba la guitarra y tocaba. Me ayudaba a sentirme mejor. Fue la forma de canalizar mi sufrimiento y mi sentimiento. Tenía muchas cosas para canalizar, y empecé a componer. Desde el principio, quería crear.
La segunda vez que algo me marcó de una manera muy fuerte y me impulsó a componer, fue la primera vez que me dejó una chica, mi primera enamorada. Ahí compuse mi primera gran melodía, a los 17.
En general, la tristeza siempre me sirvió para componer, es la mayor fuente de inspiración en mis composiciones. La felicidad, y la alegría también me inspiran, pero siento que las mejores cosas que hice y que hago todavía las hago cuando estoy triste. Hay una canción de Baden Powell que dice “para fazer uma samba com beleza, es preciso um bocado de tristeza” y pienso que es así.
10. ¿Practicas alguna religión? ¿O tuviste alguna formación religiosa a lo largo de tu vida?
No, nada. Para mi, mi religión es la música, porque es a través de la música que me conecto con algo más divino. Cuando estoy tocando, especialmente en esos momentos que siento que transgredo el pensamiento para canalizar algo muy profundo que no se bien de donde viene, siento que me conecto con algo divino, una forma de meditación, en la que trasciendo la materia.
11. ¿Tenés una rutina para componer?
No tengo una rutina, pero en la adolescencia, desde los 13 o 14, hasta los 24, mientras vivía con mi madre, y antes de casarme, pasaba todas, pero todas las madrugadas tocando la guitarra. No salía, era muy tímido también. Mi madre pudo ver eso, que mi forma de expresarme, de hablar, de sacar mis cosas afuera, era tocando. La guitarra dormía conmigo, en mi cama. Abría los ojos y la agarraba, me dormía y la volvía a agarrar. Mis amigos sabían que si llegaban de madrugada a mi casa, yo iba a estar tocando. Mi madre también, y no se quejaba.. estaba acostumbrada.
Me gusta la madrugada, soy muy noctámbulo. Me di cuenta que hay un punto en la noche, en el que adquiero un estado alterado de conciencia, como si estuviera soñando despierto. A esa hora, es como si fuera solo un instrumento de algo que está ahí, y que me atraviesa. Dejo de estar tan consciente de lo que estoy haciendo, atravieso los pensamientos y los transgredo. Creo que ahí es mi mejor momento para componer, porque logro ese estado de conciencia que no logro en otros momentos del día.
12.¿Como surgió la luthería?
Cuando me casé, mi mujer que era psicóloga ya trabajaba y tenía un buen salario, yo no tenía un ingreso de nada. Daba algunas clases, pero ganaba un décimo de lo que ella ganaba. Empecé a dar más clases, pero ganaba muy poca cosa. Me empecé a preguntar que puedo hacer, y pensaba mierda! no se hacer nada. Lo único que sabía hacer, era música. En ese momento incluso me enojé con mi madre, por haber sido tan comprensiva conmigo, me preguntaba porque no había sido más como las otras madres, que exigían a sus hijos hacer cursos o seguir estudios superiores, pero en realidad, ahora creo que mi madre hizo bien. Ella sabía que la música era muy fuerte para mí, que era más fuerte que yo.
Realmente es más fuerte que yo, para mí la música no fue una elección sino una necesidad. No lo puedo elegir, porque en realidad no tengo opción: tengo que hacerlo. No podría hacer otra cosa.
Volviendo a lo anterior… en este intento de ver que otra cosa podía hacer para mejorar mi economía, pensé en la luthería. Claro, pensé, eso es algo que me va a gustar.
Quería aprender con Eduardo Brito, que era el mejor, pero con él había que anotarse en una lista de espera, de hecho, ya lo había hecho una vez hacía mucho tiempo, pero nunca me llamaron. Pero esta vez tuve suerte, porque después de algunos intentos, logré contactarlo. El acababa de volver de un viaje, y me dijo “empezas este jueves”. No lo podía creer.
Eduardo me enseñó muchísimo. Es un músico increíble, estudió composición en Berkeley, una de las mejores universidades del mundo, conoció a los mejores músicos de Brasilia y del mundo, un genio. Con él, aprendí sobre luthería, sobre maderas, sobre acústica y estructuras. Nos hicimos muy amigos. Mientras trabajábamos en los instrumentos, escuchábamos música y me contaba todo lo que sabía, sobre compositores, sobre la música en general. Ese también fue un divisor de aguas en mi vida, porque aprendí mucho y mi música sintió esa evolución. Su taller era muy lindo, ese olor a la madera… parecía un sueño.
Hice ese curso por dos años, y después monté mi taller, en 2012… hace 8 años. Ahora vivo de eso. Y es el mejor complemento para la composición.
Siento que cada instrumento, tiene algo que decir. Cuando termino de restaurar o arreglar el instrumento de algún cliente, voy a probarlo, y ahí surgen ideas para una composición. Como si esa guitarra tuviera algo que decir, en su propia lengua, con su particularidad.
13. ¿Y la banda? ¿cómo surgió?
Bueno… hubo un momento en que estaba muy triste… la luthería me dio mucho, pero yo sentía que necesitaba tocar, y componer. Y también surgió en mi el deseo de mostrar y compartir eso que hacía. Entonces empecé a buscar entre mis contactos, gente que pudiera armar un proyecto común conmigo, y así empecé con un amigo bajista, después un baterista, después un tecladista y con algunas entradas y salidas terminó de armarse Transquarto. Lleva cuatro años ya. Si bien, creo que está llegando el fin de un ciclo, tuvimos muy buenos momentos, la pasamos muy bien.
14. ¿Cómo describirías la música que hacen o que hicieron?
Es un rock instrumental suave. Con algo de psicodelia, progresivo, y latino.
15. ¿Cómo nacen tus composiciones? ¿Que podes contarme de ese proceso?
Como soy autodidacta, no tengo la misma facilidad para componer que quizás tienen grandes músicos, que se ponen el objetivo de componer todos los días, por ejemplo, y logran hacerlo. Yo necesito de mucha inspiración y de mucha práctica para lograr componer. Necesito absorber y vicenciar muchas cosas, como si fuera un recipiente que debo llenar. Es en el momento en el que “rebalso”, el momento en que estoy listo para componer. La composición es el resultado de haber acumulado experiencias y vivencias, de haber podido absorberlas y canalizarlas. Este viaje está siendo muy bueno para eso.
16. ¿La composición que vas a compartir con nosotros? ¿cómo surgió?
La composición de Mangangá surgió cuando yo tenía 22 o 23 años. Vi una película sobre Besouro y quedé encantado. Conversé con amigos míos, que son de la capoeira, y que conocen bien el tema, y me contaron más cosas. Realmente me movilizó mucho esa historia. Besouro es como un héroe que luchó en contra de las injusticias sociales, para liberar a los suyos de la esclavitud. Era perseguido por la autoridad pero venerado por el pueblo brasilero, un luchador de la libertad.
Después de mucho investigar y aprender sobre su vida, mi “vaso” estaba lleno. La composición salió sola, de un tirón. La hice intentando que a lo largo de toda la canción, se escuche ese zumbido característico del besouro y que sus ritmos vayan marcando esa variabilidad de su movimiento. Creo que es una de mis mejores composiciones.
*La composición que se puede escuchar a continuación, se grabó muy caseramente, con la aplicación de un celular.
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