De Gregoria, la madre, a Adolfo, el hijo.
Salta, mayo 11 de 1867. A Buenos Aires.
Mi querido hijo:
Tengo a la vista tu carta desde Córdoba, del 23 pasado, y ahora no sé adonde debo dirigirte ésta, porque con la aflicción del cólera morbo, ignoro si estarán aún en ese pueblo o habrán seguido a Buenos Aires. Se dice que ha habido casos en Fraile Muerto. Parece que tratan de que no lleguen gacetas por temor al contagio. Aquí han ordenado que se blanqueen todas las casas por dentro y por fuera, con $ 25 de multa, hasta el 25 del corriente. No sé que hacer con una casa tan grande como esta.
Todas las bullas que circularon han quedado en nada. Mandaron a Centeno y a Villegas para que tomaran a Latorre, pero éste se les escapó y se escondió en los montes de La Calavera. Sólo tomaron a 9 gauchos. Después Don Desalín detuvo y trajo a uno de los jefes que estaba con Latorre, un tal Castellanos. De este modo ha concluído todo. Sólo el joven Nolasco Arias se ha expatriado, porque le tomaron unas cartas que le escribía a su tío Don Aniceto.
Les dí a las niñas el album del piano, pero no han estudiado nada todavía. Entre las del barrio están proyectando hacerla venir a Manuela, porque han sabido que está dando lecciones a algunas niñas en Jujuy, y creen que si ha vencido allí el obstáculo, lo hará aquí también y enseñará mejor que Don Carlos, reuniendo de este modo una buena entrada.
Con el temor del cólera, están expuestas en la Catedral las efigies del Milagro. Todos los salteños nos creemos protegidos por ellas.