Salta, 13 de julio de 1856
De Gregoria, la madre. A Adolfo, el hijo.
Mi querido hijo:
En este momento acaba de partir mi Sergio. Y ésta es la primera vez que me ha sido más soportable la separación de uno de ustedes, por la esperanza que tengo de que pronto los veré a ambos aquí.
Anoche recibí una carta de mi comadre, con un rico paño de manos, hecho por ella, que me pide te lo mande como un recuerdo de todas. Sergio te lleva ambas cosas. Le ha tomado a Sergio, un 9 de julio horrible. Como se ha comenzado la construcción del cementerio, obra tan necesaria, han dispuesto que este año no se gaste en fiestas públicas, sino que se destinen todos los fondos a este objeto. Así es que la víspera fue el bando con solo 50 hombres del piquete, uniformados, por la noche retreta e iluminación y embanderamiento durante los 3 días.
El 8 por la noche, los jóvenes organizaron en casa de Bedoya un bonito baile con ambigú, buenos pavos, perniles y demás. Asistieron las niñas con un lujo asiático y duró la fiesta hasta las 4. Mi Sergio no puso allí los pies, dando pretexto de que estaba con dolor de cabeza, pero aceptó en cambio la invitación de Don Saturno Tejada a tomar empanadas en su chacra con toda la familia, porque todavía no pierden las esperanzas. Y la cosa fue que Sergio sabía que las Uriburu no asistirían al baile, porque no tienen relación con las Bedoyas, y por esto perdió su hermoso baile.
El 9 hubo misa de gracias y luego misa de 11, a las que asistió Sergio invitado por el Gobernador. Por la tarde hubo pruebas en la plaza por una compañía de acróbatas y equilibristas ingleses, a la que el gobierno pagó $ 200. Las señoritas y los jóvenes se reunieron en los altos del Cabildo. Allí nos encontramos con las Uriburu, y nos invitaron a pasar a su casa, donde habían dispuesto una tertulia por ser día julio, en la que desplegó Don Sergio su buen humor. Y que casualidad, a la misma hora que escribes que tomarías una copa por las amigas, todas las Uriburu brindaban por vos. Al final, Doña Pepa hizo saber que esa cacharpaya, era para Sergio, y nunca la vi a ésta de mejor humor que aquella noche. Las mesas estuvieron muy bien servidas.
Muy de paso hablé con Escalera sobre tu encargo. Contestó que con mucho gusto harían la sociedad y que él hablaría contigo sobre esto.
Se queja Gregorio de que no lo informo de todo lo que ocurre en Salta. Estaba en la creencia de que ustedes le mandaban “El Comercio” en todos los vapores, ahorrándome el trabajo de tener tanto que escribir. Espero que en adelante no serán egoístas, pasándole todas las gacetas, después de leerlas. El mensaje del Presidente(*) que desea leer, está en El Comercio.
Mucho he sentido no poder mandarte nada con Sergio, por lo que va a dar vuelta tan larga por Sucre. Soy de la opinión que no te vengas solo, para que arranques con Sergio de allí y le ayudes en la liquidación. Me ha dicho que calcula estar aquí para carnaval. Te dirá él de los deseos de Ceballos para hacer sociedad con ustedes, lo mismo que Escalera.
(*) Justo José de Urquiza (1854 – 1860) Primer Presidente de la Confederación Argentina.