¿Seguimos donde dejamos la otra vez?
Dale
¿Me vas a decir algo sobre el título?
Mirá, ayer estuve escuchando un podcast, muy bueno, se llama “The knowledge Project”. Entrevistaban al editor con más éxito en ventas de los Estados Unidos, Charlie Hoehn, que hablaba, entre otras cosas, sobre la importancia del título a la hora de vender libros, y me preguntaba cuan eficaz será el título de este libro. No sé si un número resulta efectivo a la hora de vender. Mis hijos me dicen que tengo que explicar las cosas, y a mí no me gusta explicar nada, eso es cierto.
Pero 371 ¿qué es?
Bueno… es una línea de omnibus en Buenos Aires. Que hace el recorrido de Don Torcuato, San Fernando, Virreyes y Acasusso. Y también es la característica telefónica de Letonia. Y es la numeración de muchas direcciones, y los últimos tres números del documento de alguna gente, o una patente. Claro que eso no tiene nada que ver con mi libro, pero no importa.
Mucho misterio…
A la vida le sobran misterios, ¿no? Si hay dios, no nos dejó nada resuelto. El otro día escuchaba a un humorista que decía que si dios diera una conferencia de prensa de cinco minutos resolveríamos un montón de asuntos en un santiamén, y es cierto.
La verdad… sería buenísimo. Hablando de misterios, otra cosa por la que me preguntaba, fue por el sello que pusiste al final. Lo ví unos días antes de que salga el libro, en una publicación que hiciste en Instagram. ¿Hace referencia a algo en particular?
Sisi. Esa señora, se llama Beatriz, y es mi antepasada, murió en 1504, tenía la edad que tengo yo ahora, y aparentemente, la envenenaron. En su historia hay pasiones y tragedias. Algunas muy terribles. Algunas más divertidas, como que cautivó a Fernando el Católico, y fue un amor de Cristóbal Colón. Lamentablemente, nunca se sabe que es lo que se pierde cuando la historia se cuenta. Cuanto hay de cierto, cuantos engaños, cuantas intenciones se mueren para siempre. Si fue una buena mujer, o fue una despiadada sin corazón, no podemos saberlo realmente. Es algo así como el Alma Mater del libro, o más que del libro de su publicación.
Podrías escribir su historia.
Si, es posible. Quizás. Cada cosa a su tiempo. Creo que hay novelas escritas sobre su vida, que no he tenido oportunidad de leer, pero me gustaría. Quizás sean buenas novelas.
¿Cómo supiste acerca de su historia?
Gracias a mi abuelo, a quien no conocí, pero dejó escrito un recorrido. El dejó su nombre y yo pude investigar el resto. Tengo entendido que en Las Canarias es una historia muy conocida.
En algunas crónicas de viaje está escrito que Colón se demoraba en las Canarias más de lo estipulado en sus viajes a América, porque se quedaba paseando con Beatriz, que estaba sola ahí. Le daba amor, y el ya no quería irse. Ya en el último viaje, la encontró casada. Pero es una historia muy larga, si te la cuento ahora nos vamos de tema, cuando terminemos la entrevista te la cuento.
Bueno.. sigamos entonces. ¿Cuál sería el género en el que incluiría su libro?
No lo tengo muy claro.
¿Es autobiográfico o es ficción?
Todo es ficción y autobiográfico a la vez. El sentir, es siempre autobiográfico, la forma de relatar el sentir, es ficción. Y aunque todo fuera 100% autobiográfico – que no es el caso –aunque lo fuera, toda vida, tarde o temprano es una ficción. En primer lugar porque las palabras son un recurso ineficiente a la hora de decir, las palabras se quedan cortas, no acaban de expresar lo que las personas podemos sentir o vivir. Los hechos, por otro lado, tampoco expresan la verdad de un ser, porque solo pueden explicarse en el devenir de esa vida, los actos pueden comprenderse en su relación con otros hechos o circunstancias, no pueden en realidad, explicarse cabalmente de manera aislada. Es decir, que aun cuando creemos tener el punto y coma de una historia, es mejor dudar, o por lo menos hacerse ciertas preguntas.
En uno de los relatos, decís que no soportas escribir sobre vos misma ¿eso es ficción o es real?
Es verdad. No es solo que me cuesta escribir sobre mí misma, me cuesta escribir. El acto mismo de escribir. Y no sé si es que me cuesta, tanto como que no quiero hacerlo. Pero es algo muy difícil de explicar. ¿Ves? Las palabras se quedan cortas.
¿Y por qué lo haces?
Porque es lo que sé hacer, y porque de algo hay que vivir, ¿no?
¿Sabés qué harías si no escribieras?
Lo que ya hago: atender pacientes y sacar fotos. Quisiera volver a comprar un equipo de fotografía, porque me robaron todo lo que tenía, y encarar varios proyectos que tengo pendientes. La fotografía me encanta, porque uno puede escribir sin usar las palabras. De cualquier manera, con las fotos me pasa lo mismo que me pasa con los libros, me cuesta dejar asentado mi trabajo porque sufro de cierto aturdimiento existencial, siento que somos muchos y que todos hacemos cosas, y llenamos el mundo de objetos, aunque se trate de libros o de fotos, siento que todos es excesivo, y el impulso a la nada me llama.
Claro, si cedieras a ese aturdimiento no podrías hacer demasiado.
Exactamente. Podría consumir lo que otros hacen, que de hecho, es lo que hago. Leo mucho, escucho mucho, veo mucho: libros, conferencias, podcasts, música, películas. Tengo cierta adicción al saber, que celebro, realmente, porque rara vez me aburro. Es como dice Borges en algún lado “que otros se jacten de los libros que han escrito, yo me jacto de los libros que he leído”. Pero compartir con el mundo lo que uno es y lo que uno hace, aun a riesgo de encontrarse con una pared, capaz sea un acto cívico. Imaginate si Borges se hubiera quedado con su jactancia nomás, no nos habría dejado ningún libro. Pero bueno, yo no soy Borges, por eso me parece un poco pretencioso escribir, y publicar libros, y decir cosas, y que la gente use su tiempo en leer las pavadas que puedo decir.
¿A qué te referís con encontrarse con una pared?
A eso que te decía anteriormente. Cuando uno escribe, es el otro el que lee. Uno se muere un poco en el acto de escribir, porque el otro es quien le da significación a lo que uno escribió. Es en algún punto, el costo que se paga. Cerré mi libro anterior con un fragmento de Derrida, que dice precisamente esto “vivo mi muerte en la escritura”, porque una vez que el libro pasa a manos del lector, el lector hace la lectura que quiere, o más bien, la lectura que puede. Un escritor nunca va a sentirse menos solo porque otros lo lean, solo puede sentirse menos solo por lo que lee en libros de otros. Será ilusorio, o no, pero es reconfortante.
Claro, hay ocasiones en que uno está leyendo y piensa “esto es exactamente lo que siento”, o yo no podría haber dicho esto con mejores palabras.
Exacto. A eso me refiero precisamente.
¿De qué temas hablas en tu libro?
Es difícil de circunscribir. Creo que escribo sobre el amor, y sobre la dignidad de lo humano.
Al final del libro hay un texto que no es un texto sino un conglomerado de citas, ¿qué podés contarme sobre eso?
Hay cosas que escribo porque es mi modo de expresión, es lo que sé hacer, otros escritos son una necesidad. Yo necesitaba escribir sobre una historia muy difícil que viví, una historia muy densa. Pero nunca pude hacerlo. Lo único que pude hacer, es eso que hice. La historia duró más de 10 años, y viví durante esos 10 años con una certeza absurda en mi cabeza, fue realmente difícil.
¿Por qué una certeza absurda?
Digo una certeza absurda, porque estaba y todavía estoy convencida de ciertas cosas, que no puedo confirmar como ciertas. Y si otro u otros hacen cosas absurdas, las certezas que se tienen al respecto, son también absurdas, invariablemente. Es decir, ese último texto, es un esfuerzo que no pudo dar más de sí mismo, llegó hasta ahí, no pude desplegar la historia, no pude explicármela a mí misma, ni metaforizarla. Quizás algún día pueda hacerlo, no lo sé. Es como si estuviera convencida de que la Tierra es redonda y no plana, pero no tuviera forma alguna de comprobarlo.
Última. ¿La dedicatoria? ¿Tiene un destinatario?
Ja. No hablemos mejor de la dedicatoria.
jaja. Ok, contame más de Beatriz entonces.
Dale.