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De sapos, ranas y caballos desbocados.
septiembre 8, 2023|Capiton(é)Random

De sapos, ranas y caballos desbocados.

Tiempo de lectura: 3 minutos

You are so very curious, Alice.

Alice in wonderland, L.Carroll

We suffer more in imagination than in reality.

Seneca

Escuchar es lo más peligroso”, pensé, “es saber, es estar enterado y estar al tanto, los oídos carecen de párpados que puedan cerrarse instintivamente a lo pronunciado, no pueden guardarse de lo que se presiente que va a escucharse, siempre es demasiado tarde“.

Corazón tan blanco, Javier Marías

El horror de mi infancia, fueron las ranas.

Y los sapos.

Las ranas, mucho peores que los sapos, estaban en todos lados y estaban, sobre todo, en los peores lugares. Concluyo, después de todos estos años de experiencia vital, que el baño, es el destino turístico por excelencia de las señoras ranas. Ellas llegan al baño, como quien va a un spa. Se instalan ahí, jornada completa, y están quietas, bajo algún tratamiento lumínico, cuyas especificidades nosotros desconocemos. Es por las ranas, que detesto las sorpresas, y hasta el día de hoy, conservo los rituales:

  1. Cubrir, al entrar al baño, todas las partes del cuerpo. Prevenir cualquier contacto directo con el anfibio.
  2. Agudizar la mirada, girar con velocidad y escanear el espacio en sus 360 grados.
  3. Tirar la cadena y revisar la mochila del inodoro, levantar ambas tapas y mirar por detrás.
  4. Dejar que circule agua del bidet, revisar íntegramente dicho sanitario.
  5. Sacudir las toallas.
  6. Hacer girar el papel higiénico.
  7. Correr las cortinas de la bañadera, verificar en su interior.
  8. Cerrar puertas del botiquín.
  9. Tapar el resumidero con una prenda y un par de zapatos.
  10. Revisar el lavamanos en todas sus partes.
  11. Recuperar la compostura.

Los sapos, por su parte, exigían dormir siempre sobre una cama, y tener los pies siempre cubiertos. Vedado dormir en un colchón sobre el suelo, y atravesar el jardín en ojotas a media noche. Cuando ya tenía edad de salir de fiesta, guardaba un par de zapatillas y un par de medias para ponerme al bajar del auto. De esa manera, me aseguraba que si alguno me saltaba accidentalmente en el pie, yo no lo sintiera.

En mi cuento de la infancia, Elisa iba a bañarse y encontraba en la bañadera tres sapos horrendos. Horrendos, como todos los sapos, pero cuando Elisa tocaba el agua, se transformaban en flores. Claro que yo no gozaría de la misma suerte.

En una ocasión, mientras me duchaba en esas bañaderas que tienen el resumidero adentro, el agua primero se empozó, y cuando ya había suficiente como para taparme los pies, pude ver con indescriptible horror, como la tapa del resumidero empezaba a flotar y del interior, salía nadando un auténtico sapo: cara de sapo, cuerpo de sapo, patas de sapo. Un sapo completo. 

Corrí pues, hacia afuera. Despavoridamente. Con el shampoo todavía en la cabeza, la desnudez y el jabón en todo el cuerpo.

No sé si sea su sangre fría o sus ventosas pegajosas, su lengua intempestiva, o sus saltos imprevisibles. Quizás se trate del curioso hecho, simple y complejo a la vez, de que sapos y ranas hacían pareja, como si de caballos y yeguas se tratara. Pero no.

Esta particularidad significante de los anfibios que poblaron mi infancia, podría aportar claridad a las teorías castrativas que tanto les divierten a mis colegas. Lo que es a mí, me aburren soberanamente. En realidad, no me aburre la ley del símbolo, que es la mar de divertida. Lo que me aburre, es la impotencia indiscrecta del oyente. Y si no agrego renglones a este párrafo, es para no cascotear el rancho en el que yo misma vivo, o en el que me alojo habitualmente. No me mudo de rancho tampoco, porque inevitablemente – tarde o temprano – también debería cascotearlo. Más vale ponerle unas macetas en cada ventana, como esas que adornan las casitas de mi pueblo, que es también el pueblo de mis anfibios.

Sea como fuera, ranas y sapos, perturbaron invariablemente mis veranos y, eventualmente, el resto de las estaciones. Las ranas, los sapos, las gitanas y la frontera con Bolivia.

Tuve otros miedos. Como que se me desboque el Indio, que mi hermano me grite “topá, Soledad, topá”, o que me dejen a cargo del padrillo para atender una llamada telefónica.

Es que hay familias con ovejas negras.

Otras familias, tienen ovejas temerosas; temerosas como yo.

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Leher a Lacan
enero 23, 2021|Capiton(é)Filosofía y Psicoanálisis

Leher a Lacan

Leher a Lacan
Tiempo de lectura: 7 minutos

Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digería un elefante. Dibujé entonces el interior de la serpiente boa, para que las personas mayores pudieran comprender. Las personas mayores, siempre necesitan explicaciones. 

El principito, Antoine de Saint Exupéry

Oh, my mind’s racing,
from chasing pirates.

Norah Jones/Chasing pirates.

Los callejones sin salidas de Balint.

Al inicio de la clase del 12 de mayo de 1954, el Dr. Pujols, alumno del seminario, pregunta: “Cuando usted dice el deseo del otro ¿se trata del deseo que está en el otro? ¿O bien del deseo que yo tengo por el otro?”

En su pregunta, el alumno anticipa ya la respuesta.

Lacan responde: “La fórmula el deseo del hombre es el deseo del otro, como toda fórmula debe ser utilizada en su justo lugar. No es válida en un sentido único. Vale en el plano del que hemos partido: el de la captación imaginaria. Pero, como señalé al final de la última sesión, no se limita a él”.

Entre captar y coaptar, hay una vocal en diferencia.

El deseo del hombre, es el deseo del otro. En esta trampa, se organiza todo lo que tiene de ridículo el mundo. ¿No es posible pensar acaso, en un deseo que se nutra a sí mismo?

Lacan nos dice: “la primera noción de la totalidad del cuerpo, como algo inefable, vivido: el primer impulso del apetito y del deseo pasa, para el sujeto humano, por la mediación de una forma que primero ve proyectada, exterior a él, y esto, en primer lugar en su propio reflejo“. A partir de esto, Lacan explica la agresividad. Continuará diciendo: “En el sujeto humano, el deseo es realizado en el otro, por el otro, en casa del otro“. En tanto es esto un fenómeno de estructura ¿debemos asumir que este hecho es ineludible para el ser humano?

Para referirse al valor del símbolo y al modo en que la ausencia del objeto determina el ingreso al mundo simbólico, Lacan se explica:

Cuando el objeto está cerca el niño lo expulsa, cuando no está allí lo llama. Mediante estos primeros juegos, el objeto pasa, casi de modo natural, al plano del lenguaje. El símbolo emerge y se vuelve más importante que el objeto“.

“Porque la palabra elefante existe en la lengua de los hombres, el elefante ha entrado en sus deliberaciones, los hombres pudieron tomar respecto a ellos, incluso antes de tocarlos, resoluciones mucho más decisivas para estos paquidermos que cualquier otra cosa ocurrida en su historia: el cruce de un río o la esterilización natural de un bosque. Sólo con la palabra elefante y el modo en que la utilizan los hombres, les ocurren a los elefantes cosas, favorables o desfavorables, fastas o nefastas, pero de todos modos catastróficas, antes incluso de que se haya alzado hacia ellos un arco o un fusil.”

Todos sus esfuerzos conducen a dejar en claro que más allá de cualquier teoría objetal y de cualquier teorización en torno a la relación intersubjetiva, ésta está determinada por su ingreso al mundo del símbolo y los efectos de la nominación. A lo largo de estas clases trabaja sobre un texto de Michel Balint, llamado “Amor primario y técnica psicoanalítica“. “

Nos dice: “He elegido como soporte a alguien que manifiesta orientaciones que convergen con algunas de las exigencias que formulamos aquí acerca de lo que debe ser la relación intersubjetiva en el análisis y al mismo tiempo, da la impresión de estar influenciado por el pensamiento dominante. Sería demasiado fácil elegir personas burdas, para mostrar lo que denominaré cierto desviacionismo actual respecto a la experiencia analítica fundamental a la que me refiero constantemente. Hay que buscarlas donde son sutiles, donde son el testimonio, no tanto de una aberración radical, sino de cierta manera de fallar el tiro.”

Aunque Lacan se detiene en la discusión que preocupaba a los analistas de su generación, lo hace para marcar, no solo, cierta desviación con respecto a lo verdaderamente relevante, sino para dar cuenta de que ciertas teorizaciones pueden ser tan lúcidas como inaplicables. Intenta, en suma, escapar de una especie de PacMan teórico inconducente.

Un callejón sin salida, es un atolladero. Lacan no desmiente su dificultad ni niega su importancia, solo pretende salir de ahí, y lo hace apelando a la palabra. Todos sus esfuerzos, en estos últimos capítulos, están dirigidos a este viraje necesario, que para empezar, permite la circulación.

Solo con el último punto, podrá comprenderse que un presente es acto, es velo, y es metáfora.

“Destaco el registro del orden simbólico porque no deberíamos nunca perder su referencia y, sin embargo, es el más olvidado y el más evitado en el análisis. ¿Ya que, en suma, de qué hablamos nosotros habitualmente? Hablamos constantemente, de modo a menudo confuso, apenas articulado de las relaciones imaginarias del sujeto con la construcción de su yo. Hablamos sin cesar de los peligros, las conmociones, las crisis que experimenta el sujeto a nivel de la construcción de su yo.

Más adelante en este capítulo, Lacan apelará al caso Dora, para dar relevo a la palabra como función de reconocimiento. “La palabra es esa dimensión a través de la cual el deseo del sujeto está integrado auténticamente en el plano simbólico. Tan solo cuando se formula, cuando se nombra ante el otro, el deseo, sea cual fuere, es reconocido en el pleno sentido de la palabra. No se trata de la satisfacción del deseo, ni de no sé que primary love, sino, exactamente, del reconocimiento del deseo“.

Comprender esto es fundamental si uno quiere enamorar a alguien por ejemplo. Muy útil. Creo que es más efectivo que acudir a una bruja o venderle el alma al diablo.

Podemos también localizar su efectividad en la publicidad y en el cine.

En la clase siguiente, Lacan explica como se relaciona el registro de lo imaginario, con el registro de lo simbólico, a partir de la noción de trauma y sus efectos represivos.

Nos dice: “la acuñación del recuerdo no fue integrada al sistema verbalizado del sujeto, esta acuñación estrictamente limitada al dominio de lo imaginario, resurge a medida que el sujeto avanza en un mundo simbólico cada vez más organizado“. “El sujeto – nos dice entonces – aprende a integrar los acontecimientos de su vida en un campo de significaciones simbólicas. Compara el desarrollo de un análisis, con el desarrollo mismo de una neurosis infantil, en tanto que en ambos el pasado se reintegra a través de un juego de símbolos.

La acuñación del recuerdo es integrada en forma de símbolos, y de esta forma resurgirá, pero adquiere en el plano imaginario el valor de trauma, dada la forma de la primera integración simbólica que realizó el sujeto“.

El uso del termino acuñación da su sentido a lo expresado. Es en el momento de la acuñación, que obtiene su valor de símbolo una moneda, o un recuerdo. Dicho valor solo podrá ser re-establecido, en tanto se deslicen sobre él, los significados.

“El trauma – prosigue Lacan – en tanto que cumple una acción represora, se desprende del sujeto y de su mundo simbólico y no estará más allí, quedará desintegrado”. Se constituirá como el núcleo de los síntomas.

Para explicar estos conceptos, Lacan se vale del caso del Hombre de los lobos. No me quedó más opción que volver a leerlo. A partir de este caso, Lacan trabaja la noción de trauma, la formación de síntomas y la censura en tanto estructurante del super yo. “La censura, escinde el mundo simbólico del sujeto, lo corta en dos: una parte accesible y una parte inaccesible”

También a partir de este caso Lacan se refiere al origen de la severidad del super yo, la razón de su tiranía, su exigencia absurda.

Dice en esta clase, que el inconsciente es una escisión del sistema simbólico, una limitación. Pienso que quizás no sea así. ¿No es el yo, acaso, lo verdaderamente escindido? No es el inconsciente la totalidad, y el yo un recorte negativizado? Si Lacan se equivocara ¿debería acaso dejar de leerlo?

Lo leo de cualquier manera, porque no por equivocarse deja de ser genial, lo leo porque aprendo de sus errores, y porque es mi intención que el conserve su lugar. No se trata de derrocar al supuesto padre, tampoco se trata de no derrocarlo, se trata de afinar el saber, de tensarlo. Se trata de aceptar la falibilidad como un hecho cierto, y de preservar su nombre y su trabajo, como guía. Si elijo a Lacan para tensar la teoría, es porque entiendo que lo vale.

Hice análisis durante 8 años, y me acuerdo decirle a mi analista, que su visión era limitada, justamente por cierta incapacidad de ir más allá del complejo de Edipo. Estaba sesgado, atrapado en un discurso que le impedía ver más allá. Precisamente en esta clase Lacan explica “todo lo singular que puede acontecerle a un ser humano, debe situarse en relación con la ley, con la cual el se vincula. Su historia está unificada por la ley, por su universo simbólico que no es el mismo para todos“. Siendo yo misma analista, y participando como él, de los mismos encuentros formativos, entendía además, que ese no era un problema exclusivamente suyo.

Lacan lo dice de esta forma: “No estamos dispensados de los problemas planteados por las relaciones entre el deseo del sujeto, y el conjunto del sistema simbólico en que el sujeto está inmerso”.

El complejo de Edipo, es la reducción más acabada, primitiva y universal del universo simbólico. Es a donde apunta el análisis, y está bien que lo haga. No obstante, para hacerlo deberá reconocer la particularidad simbólica del sujeto y la suya misma. Solo vaciado de sus propios significantes podrá el analista hacer su trabajo.

Como decía al principio, en estas clases, Lacan toma a Balint, para explicar en donde falla este autor y de qué manera, en sus desarrollos acerca de la relación de objeto y la relación intersubjetiva. Balint hace del objeto, un objeto de pura satisfacción. Sin embargo – nos dice – desconoce que se trata de un fenómeno del lenguaje. Lo importante es que ese pequeño animal humano pueda servirse de la función simbólica gracias a la cual, como les expliqué, podemos hacer entrar aquí a los elefantes, por más estrecha que sea la puerta. La intersubjetividad está dada ante todo por la utilización del símbolo y esto desde el origen. Todo parte de la posibilidad de nombrar que es al mismo tiempo destrucción de la cosa y pasaje de la cosa al plano simbólico, gracias a lo cual se instala el registro propiamente humano. A partir de aquí, y de modo cada vez más complicado se produce la encarnación de lo simbólico en lo vivido imaginario. Lo simbólico modelará todas las inflexiones que, en lo vivido del adulto, puede adquirir el compromiso imaginario, la captación originaria“.

No cambié de analista.

No cambio de peluquero. Ni de electricista. Ni de pintores. Ni de plomero.

No dejo de leer a Lacan.

No lo hago.

Porque.

no.

quiero.

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Leher a Lacan
noviembre 3, 2020|Capiton(é)Filosofía y PsicoanálisisLeher a Lacan

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Tiempo de lectura: < 1 minuto

Los dos narcisismos. Clase X

Ideal del yo y yo ideal. Clase XI

Zeitlich – Entwickelungsgeschichte. Clase XII

Las clases dictadas por Lacan el 17, 24 y 31 de marzo, junto a la dictada el 7 de abril de 1954, están íntimamente ligadas. En todas las clases, se trabajan conceptos desarrollados por Freud en Introducción al Narcisismo.

Los conceptos en sí, encierran cierta complejidad de manera aislada, y al concatenarse dan cuenta de un constructo teórico cada vez más amplio y más complejo. Lacan desarrolla la noción de narcisismo (de ambos narcisismos), la diferenciación freudiana entre ideal del yo y yo ideal, la constitución del registro de lo imaginario, y la comprensión que de estos conceptos podemos adquirir a partir de sus ejercicios de óptica geométrica.

Después de leer los textos, se me abren distintas posibilidades de trabajo: podría realizar una crítica constructiva, señalar aquellas fisuras en el texto, podría también apuntar sobre ciertos pasajes en donde Lacan pareciera querer decir algo. Podría quizás, explicar los conceptos a partir de una nueva organización del texto, de un modo “universitario”. Podría trazar paralelismos entre lo que sucede a nivel imaginario en las distintas especies, oponer términos otra vez. Podría trabajar con Borges, que todo el tiempo conversa con el otro que es el mismo.

Podría querer, pero no quiero.

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Leher a Lacan
septiembre 27, 2020|Capiton(é)Filosofía y PsicoanálisisLeher a Lacan

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Tiempo de lectura: 5 minutos

Los escritos técnicos de Freud, Cap. IX.

Sobre el narcisismo.

…a un viejo cirujano, llamaron con urgencia, y con su vieja ciencia pronto lo remendó, mas dijo a los otros muñecos internados, el caso es delicado, le falta el corazón.

Pinocho, cancionero popular

Abrí el Seminario que me ocupa, y me encontré un billete de $5, es decir, fuera de circulación, entonces me di cuenta que había pasado demasiado tiempo.

Para introducirme nuevamente en el texto, decidí leerme, leer las reseñas de capítulos anteriores. Me encontré conmigo misma, diciendo sin querer, varias veces las mismas cosas. Cada vez que me enfrento a un capítulo del Seminario, me encuentro con la complejidad de la teoría, con lo confuso y a veces contradictorio de los conceptos y con la inmensa cantidad de referencias bibliográficas que condicionan el texto. De ello se desprende en mí esa profunda e incomoda sensación de lo insignificante. Esa sensación es – sobre todo – paralizante.

Hay algo en la forma de producir teorías, tanto en Freud como en Lacan, que me conecta con algo muy vulnerable en ellos. Al leer estos esfuerzos, estos intentos de formalización y de conceptualización de aquello que es verdaderamente insondable en el ser humano, algo en mi se conmueve. Hay esfuerzos teóricos que me apenan. Sé sin embargo, que esto recién empieza.

Leyendo nuevamente este capítulo e intentando profundizar y comprender lo que Lacan intenta transmitirnos, me dirijo a Introducción al narcisismo, texto que Freud escribiera en 1914. Después de leer algunas páginas empieza a rodarse en mi cabeza, insistentemente, esta secuencia: un niño guarda en su bolsillo una piedrita que admira, le gusta porque es blanca y puede brillar, le gusta su forma, y le gusta poseerla. La guarda como un objeto precioso, la lleva consigo. Cuando se sienta, la saca de su bolsillo. Pareciera que se detuviera solo para mirarla. Lleva también, otra piedrita, una piedrita cualquiera, le gusta jugar con ellas, le gusta el sonido que escucha al hacerlas chocar una con la otra. Después, las guarda de nuevo en el bolsillo de su pantalón.

Este niño va a saltar sobre rollos de alfalfa, salta de uno a otro, son rollos enormes y hay de ellos gran cantidad. Se divierte a lo grande, y disfruta. Cuando se cansa, se acuesta sobre la alfalfa y busca en el bolsillo, sus piedras. La piedra blanca, ya no está.

La busca desesperado, pero es inútil. El niño llora, se lamenta, se refriega las lágrimas con los puños de su camisa, y sigue buscando. Han pasado muchas horas, y el niño no cesa en su búsqueda. Pero el día se acaba, y su padre llama al pequeño. Debemos irnos, le dice.

El niño le ruega: todavía no papá.. es que papá, la piedra.. mi piedrita, no la puedo encontrar. El padre, mira al pequeño, no se todavía de que manera lo mira. Lo toma de la mano y le dice, es tarde ya. El niño llora, y mientras camina no puede dejar de mirar atrás.

No voy a explicarme, solo voy a decir, que esta historia viene a mi mente cuando la teoría se vuelve demasiado enrevesada, cuando me pregunto, cuanto tiempo me va a llevar avanzar con ciertas lecturas y cuál es la implicancia práctica que gano en lograr adquirir ciertos discernimientos teóricos.

Tiempo es todo lo que hay. Y no hay.

Hago la lectura de cualquier manera, no digo que sea en vano. Conviven en mí, el deseo de saber, con cierta posición existencial que me obliga a no perder de vista que Freud, era un hombre de su tiempo, y que yo soy una mujer del mío, que no es necesario derribar muros que ya han sido derribado antes, que la razón para formular teorías, no es amar las teorías, sino poder hacer algo con ellas.

Yo, yo no invento nada, pero Freud inventó el psicoanálisis, y ese invento nació en el consultorio de un neurólogo. No puedo perder de vista este hecho, intento entender las cosas desde este lugar.

Hace un par de semanas que veo una serie americana, no es una maravilla, pero me hace pensar. Son médicos, trabajando en una sala de emergencias.

Es curioso, un cirujano, invade un cuerpo de todas las maneras posibles. Usan tijeras, cuchillas, abren los cuerpos y penetran sus entrañas. No hay quien se oponga: se trata de daños necesarios. No me imagino al familiar de un paciente, atacando al médico para que no abra, para que no extirpe, para que no exponga al enfermo a sus instrumentos, que no son otros que los de una carnicería.

No solo se trata del poder del discurso, se trata también del poder de las evidencias. La verdad que expresa el cuerpo, es para todos.

Nuestro saber, es tanto más esquivo, tanto más incierto. Si existe alguna clase de evidencia, nunca tendrá la tangibilidad de la sangre, de los músculos, los huesos o la piel. Las intervenciones de un médico, son siempre lineales, y como tal, resultan confiables: si hay un tumor hay que sacarlo, si hay una herida hay que curarla y cerrarla. Nuestras intervenciones en cambio, obedecen a otra lógica, una lógica desconocida, que obedece al caso por caso, y requieren de una transferencia sólida para que sus efectos realmente puedan producirse.

Entiendo la dificultad de trabajar con un cuerpo enfermo, entiendo los riesgos, sin embargo, el cuerpo, siempre expresa su verdad. Somos nosotros, los analistas, los que trabajamos con aquello que no presenta evidencia, los que intentamos develar el verdadero secreto de los dioses.

Al final… esta reflexión nacida en la percepción de mis repeticiones, no deja de ser una pregunta acerca de porqué elegimos y cómo elegimos el campo de nuestro saber, de que manera nos relacionamos con el conocimiento y de donde surgen nuestras elecciones, porqué amamos o confiamos en una determinada teoría y de qué manera nos relacionamos con aquellas que descartamos, que dejamos de lado. Esto es, la lectura más amplia.

Esta lectura podría tratarse no solo del marco teórico que hemos elegido, sino también de la forma de aproximarnos a ese marco teórico. Me viene a la memoria una entrevista que le hice a Andrés J. Sierra, artista. Trabajaba sus obras en una especie de zoom, a veces, el protagonista de la obra, estaba sentado en una nube, a veces sobrevolaba la ciudad y en ocasiones se metía dentro de una habitación.

En este seminario Lacan anula la profundidad de campo y se centra en conceptos específicos (al igual que Freud en los textos sobre los que Lacan trabaja). En lo personal soy más de sobrevolar ciudades. Estos textos – la verdad sea dicha – me exigen un esfuerzo de enfoque, sobre conceptos que me aburren. Es como si hubiera entrado a una habitación y todo en la habitación me pareciera opaco.

Ahora que lo pienso, y dicho sea de paso, cuando trabajo con fotos, me pasa justamente lo contrario. Me aproximo a los objetos, mucho más que lo que me alejo de ellos, casi que puedo tocarlos. Los redescubro, los miro a través de la lente, como si fuera la primera vez.

No es lo mismo un esfuerzo de teoría, que un esfuerzo de poesía.

El péndulo oscila, una vez más.

Ilustra la nota:

Obra de Andres J. Sierra, serie Sorongonia, 2014.

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De subversiones, palabras y palomas.
abril 2, 2020|Capiton(é)Filosofía y PsicoanálisisRandom

De subversiones, palabras y palomas.

De subversiones, palabras y palomas.
Tiempo de lectura: 5 minutos

Sopita, hierbitas, ollita.

La Cocina de Sary, Sopita de avena (1).

Si quieres conocer realmente una cosa, olvida su nombre.

Alejandro Jodorowsky

Escribir, exige soportar un tiempo detenido, en eso se parece a esta cuarentena. ¿Cómo hacer del tiempo detenido, un tiempo verdaderamente subversivo? Eso me pregunto yo. Quizás se preguntan ustedes ¿porqué hacerlo? ¿Qué implica subvertir?

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Leher a Lacan
marzo 12, 2020|Leher a Lacan

Leher a Lacan

Leher a Lacan
Tiempo de lectura: 4 minutos

The heart wants what it wants – or else it does not care.

Emily Dickinson

Save your advice cause I won’t hear.

Selena Gomez

Los escritos técnicos de Freud

¡El Lobo! ¡El Lobo!

En mi ámbito de trabajo, nada me parece evidente, incluso en aquellos casos, en que todo apunta hacia un mismo lugar. Incluso cuando algo, me resulta claramente evidente, no puedo usar esa palabra. Quizás envidio un poco la posibilidad de algunas personas de ver algo o percibir algo como evidente. En lo que a mí respecta, lo único que me resulta evidente es.. nada. Nada me resulta evidente.

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Leher a Lacan
enero 28, 2020|Leher a Lacan

Leher a Lacan

Leher a Lacan
Tiempo de lectura: 7 minutos

¿Que no mamá que a las 12 o a las 13, se terminan las horas?

Mi niño, 6 años.

La tópica del imaginario

Empiezo escribiendo incómoda, por incumplir mis propias normas. Es mi superyo adaptado, mi superyo privado… o mi sinthome. En este sitio, después de un Leher a Lacan, se publica un 12 x 12, y después de un 12 x 12, se publica una carta de 1850, eventualmente puede haber otra cosa, algún otro escrito. Lo que no puede haber, o suceder, como está sucediendo en este instante, son dos publicaciones seguidas de la misma categoría. En ningún caso. El orden de las publicaciones puede alterarse, pero no deben ser consecutivas. Rompo el patrón, solo para confirmar la regla. Si quiebro la norma una vez, algo cambia. Si la quiebro muchas veces, el patrón desaparece. Momento de modificar las palabras.

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Leher a Lacan
enero 8, 2020|Leher a Lacan

Leher a Lacan

Leher a Lacan
Tiempo de lectura: 7 minutos

Así.. le preguntó a adán, Tú, como te llamás y el hombre respondió, soy adán, tu primogénito, señor. Y tú, como te llamas tú, soy eva, señor, la primera dama, respondió ella innecesariamente, dado que no había otra. El señor se dio por satisfecho, y se despidió con un paternal hasta luego y se fue a su vida. Entonces, por primera vez adán le dijo a eva, vámonos a la cama”.

Caín, José Saramago

Defensor: ¿Nombre?

Felipe: ¿Quién, yo?

Defensor: Sí, usted.

Felipe: Felipe Azul de Metileno

Defensor: ¿Nacido?

Felipe: Sí.

Dalmiro Saenz, Quien yo.

La tópica de lo imaginario

Decía Picasso, que la inspiración se encontraba trabajando. Aquí estoy, desde las 10 de la mañana esperando alguna línea. Son las 14.45. Tiempo prudente para darme por vencida. Quiero escribir sobre óptica, pero pienso en otras cosas. Será cuestión de ir trazando camino.

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LEHER A LACAN
diciembre 17, 2019|Leher a Lacan

LEHER A LACAN

LEHER A LACAN
Tiempo de lectura: 4 minutos

Análisis del discurso y análisis del yo.

O fotógrafo não faz o mundo nem é culpado, Sebastião Salgado, O berço de desigualdade.


Lo primero que vengo a decir, es la verdad.

En la última reseña, dije que Freud terminaba su capítulo sobre La Negación de ya no recuerdo qué manera, sin mencionar sus comentarios acerca de la función de la destrucción que es – en realidad – el último concepto al que hace referencia. Sabrán disculpar, me pasa que quiero pasar las cosas por alto cuando no hago transferencia con los conceptos. Volveré sobre la función de destrucción en este capítulo, básicamente porque la realidad bibliográfica a la que me enfrento no me está dejando opción. O no. Quizás no vuelvo. Quizás me voy por las ramas, y me dedico a otra cosa.

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Leher a Lacan
octubre 13, 2019|Leher a Lacan

Leher a Lacan

Leher a Lacan
Tiempo de lectura: 5 minutos

Apéndice

I ain’t missing you at all.

John Waite

Una pesadilla me despertó. Me oí decir “no…no”.

No puedo dejar de pensar en esto, en las lecturas infinitas de lo que es un no, de que implica la negación, aún más allá de lo que puedo entender de este tema que me mantiene ocupada.

Como no puedo más que pertenecer a este mundo, vino a mi esa canción de Arjona, que dice “dime que no”. Es gracioso, pero lo que Arjona quizás no sepa, es que después de esa canción, no habrá mujer más segura de su no, que aquella que le diga sí.

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