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Leher a Lacan
octubre 13, 2019|Leher a Lacan

Leher a Lacan

Leher a Lacan
Tiempo de lectura: 5 minutos

Apéndice

I ain’t missing you at all.

John Waite

Una pesadilla me despertó. Me oí decir “no…no”.

No puedo dejar de pensar en esto, en las lecturas infinitas de lo que es un no, de que implica la negación, aún más allá de lo que puedo entender de este tema que me mantiene ocupada.

Como no puedo más que pertenecer a este mundo, vino a mi esa canción de Arjona, que dice “dime que no”. Es gracioso, pero lo que Arjona quizás no sepa, es que después de esa canción, no habrá mujer más segura de su no, que aquella que le diga sí.

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Leher a Lacan
agosto 8, 2019|Leher a Lacan

Leher a Lacan

Leher a Lacan
Tiempo de lectura: 4 minutos

“Cada pensamiento justo, era una conquista”.   

J.P Sartre

Sinceramente.. no se si tengo ganas de escribir sobre la teoría. El tema me aburre, y tanto Freud como Lacan, se detienen tanto en los conceptos y les dan tantas vueltas, que me cansan. Entiendo que no existe lo simple sino lo simplificado y que, seguramente, ninguno de los dos querría caer en elaboraciones que por simples, pudieran estar equivocadas. Entiendo.. me quejo, pero a eso, si lo entiendo.

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LEHER A LACAN
diciembre 18, 2018|Leher a Lacan

LEHER A LACAN

LEHER A LACAN

Tiempo de lectura: 4 minutos

“Tienen mucha razón en todo: que su propio ingenio es una fiel representación del de las masas, pero cuando la conducta del reo es diferente de carácter de la de ellos, el reo se les escapa. Es lógico. Eso sucede siempre que la astucia del reo es superior a la de ellos, y muy habitualmente, cuando está por abajo. No tienen variación de principio en sus investigaciones, lo más que hacen cuando se ven excitados por algún caso insólito, por alguna extraordinaria recompensa, es extender o exagerar sus viejas rutinas de práctica, sin modificar sus principios”.

La carta robada, Edgar Allan Poe.

 

Primeras intervenciones sobre el problema de la resistencia.

Muy ameno Lacan en este capítulo, nos cuenta a modo de anécdota los dichos de Freud en relación a la hipnosis y sus dificultades de aplicación. Es muy divertido. Uno puede imaginar a Freud sintiéndose muy ridículo por lo inoperante de su método, y la posición en la que lo ubicaba, el no lograr que un paciente entre en estado hipnótico. Un “awkward moment”, como quien dice. Ahí está el doctor, diciéndole al paciente “Que se duerma”, a lo que en ocasiones más frecuentes que eventuales, el paciente respondía “Joder, Doctor, que no me duermo!” Después de varios intentos, complicado remontar cualquier tipo de sesión.

Asi es que Freud, dubitativo aún, pero desafiando lo establecido y evaluando sus posibilidades, establece un punto intermedio entre el método de asociación libre tal como aún la entendemos, y el método hipnótico. Este punto intermedio consistía en poner las manos, sobre la cabeza del paciente, al tiempo que le hacía preguntas. Nos dice: “Ponía la mano sobre la frente del enfermo, o tomaba su cabeza entre mis manos, y le decía: ahora, bajo la presión de mi mano, se le ocurrirá. En el instante en que cese la presión, usted verá ante sí algo, o algo se le pasará por la mente como súbita ocurrencia, y debe capturarlo. Es lo que buscamos. Pues bien; ¿qué ha visto o qué se le ha ocurrido?

No olvidemos, que la clínica médica, aún la de hoy, incluye algún tipo de intervención sobre el cuerpo: una revisión, o revisación. El médico palpa, presiona, observa con lupa, usa el martillito de los reflejos, solicita movimientos, invade con luces en los ojos y palitos en la lengua. Era de esperar, que al empezar, Freud pusiera las manos en la cabeza.

¿A que iba con esto? Ah sí. Qué genial Freud.

Poe creó a Dupin, y Freud, se inventó a sí mismo.

La descripción de estos procedimientos y dificultades, son realmente valiosas. Dan cuenta de un origen: el de un riesgo y de una creencia. Acá, la cosa estaba naciendo, se estaba gestando. Era un hombre, creando.

Tiempo después, Freud dirá: “La vida cambia. El psicoanálisis también cambia. Estamos apenas en el comienzo de una nueva ciencia. Allí donde yo descubrí algunos templos, otros podrán descubrir continentes.

Hace 92 años, los hombres usaban galera, fontanero era una palabra actual, y si un caballo se ponía nervioso te ensuciaba el vestido de fiesta. En fin.

Lacan se detiene en este punto: en la observación del carácter inaugural del método empleado por Freud, como así también en la originalidad de su campo de investigación, es decir, la verdad del sujeto.

Del ojo, hacia adentro, existen infinidad de caminos.

Dice Lacan: “Se trata de la realización de la verdad del sujeto, como dimensión propia que ha de ser aislada en su originalidad en relación a la noción misma de realidad”.

La verdad del sujeto no puede ser más que singular, y como tal, se trataba para Freud de ir tras la extravagancia de cada sujeto: no había fraude en su caso por caso. No se ajustaba a un método; lo instauraba. Lacan hace hincapié en este punto.

Aquí quisiera escribir sobre la verdad, decirla toda ella. Me gustaría haber leído todos los libros, de todas las bibliotecas, para reunir las definiciones de todos los hombres y de todos los tiempos.  Quisiera reunir todos los significados de la palabra, todas sus acepciones, recorrer todos sus caminos y hacerlo en todos sus idiomas. En la ilusión de que existe, es que quisiera saberla.

En la obviedad de lo imposible, es que sostengo la ilusión a la vez que renuncio a ella.

Otro tema en cuestión, es la resistencia, y cómo Freud empieza a trabajar sobre sus ideas. De la misma manera, que inicialmente utiliza sus manos para trabajar con los pacientes, se aproxima al discurso como si se tratara de una realidad en tanto tal, dándole un cuerpo. Dice Lacan “Para saber donde está el soporte material, biológico, Freud considera resueltamente el discurso como una realidad en tanto tal, una realidad que está allí, legajo, conjunto de pruebas como suele decirse, haz de discursos yuxtapuestos, que se descubren unos a otros, se suceden, forman una dimensión, un espesor, un expediente“.

Freud empezaba a trabajar con la palabra, y lo hacía mientras ideaba un método que le permitiera comprender sus vericuetos. La lingüística no estaba disponible, y apelaba a su formación y su propia creatividad para atender a sus pacientes y dar cuenta de lo que concluía. Así, explica el nudo patógeno y la resistencia misma, haciendo alusión a una formación de doble sentido: un sentido longitudinal y un sentido radial. Esto me hace pensar en una aproximación sincrónica, y otra diacrónica, es decir, ya estructuralista.

No hay manera breve de comentar acerca de este desarrollo. Bueno, si… si condensamos las analogías de nuestros padres, llegamos curiosamente, al Super Agente 86. Ja.

Para situarnos, Lacan sugiere también algunas lecturas a las que no puedo acceder, por razones de tipo cambiario que no vienen al caso. Maldita economía.

Al final de este capítulo, está conversando con sus alumnos. No sé. No sé quien está en lo cierto y quien está equivocado, pero el tono no es agradable.

Muy religioso Lacan, acá. No es de extrañar: Estamos en un Seminario. Y es el primero.

 

 

 

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LEHER A LACAN
octubre 19, 2018|Leher a Lacan

LEHER A LACAN

Tiempo de lectura: 4 minutos

SEMINARIO I

Los escritos técnicos de Freud.

 

 

Apertura del seminario.

Empecé a leer; lo hice imaginando que estaba realmente ahí. Quería que se tratara del principio de los principios, para no tener esa sensación de haber llegado tarde a clases, o al cine. Pero no.

Decidí seguir. Me alivió pensar que el Génesis no describe el día 0, aunque ese día, Dios haya creado las palabras.

Para empezar, Lacan se vuelve extranjero. ¿Existe acaso, mejor manera de mirar? Extranjero por partida doble, se ubica al este y remite al budismo. Pensé entonces, que quizás el budismo, sea el reverso de cualquier religión, incluso de aquella que incita a desear, ja.

Intuyo al budismo, pero aún no lo sé. No sé tampoco, si querré saberlo, quizás para saberlo sea menester vivenciarlo, experimentarlo. La vida es corta y yo elegí otro camino.

Si alguien se pone de pie, frente a otros, en un espacio que le ha sido dado, y que ha consentido en tomar, es porque tiene algo que decir. Incluso para aquel que duda mucho o demasiado: hay en el mar de dudas, algo parecido a una certeza, que se cree necesario trasmitir o compartir. Sin embargo, quien reconoce la nimiedad e insignificancia de su propia existencia, no puede más que tomar una postura mesurada ante su deseo de enseñar, puede diferenciar lo certero de lo seguro, y en función de esta premisa, se comporta.

Lacan ha leído a Freud, y cree haber comprendido algunas cosas, ha captado cierto saber y desea trasmitirlo. Reconoce la falibilidad de su maestro, y la suya propia, y quizás sea en función de su propia modestia, incluso de cierto pudor de atrevimiento, que se sirve de la noción de dialéctica para dar inicio a este primer seminario.

Existe un punto de fijeza en la trasmisión de todo conocimiento, es el punto mismo que justifica su enseñanza, pero no por ello debe permanecer incuestionable. Si, por determinado tiempo, se presenta como incuestionable, es porque solo entonces una conversación es posible.  Lo convenido, conviene, y conviene en función de principios económicos elementales; lo convenido, conviene, mucho más por su función de utilidad que por su función de verdad.

¿Cuáles son las condiciones necesarias para una conversación dialéctica? Es posible dialectizar con un texto, en una conversación, en una clase, incluso con la historia. Confío en una condición. Vamos a discutirla.

No solo el obsesivo, tan condescendiente con el Otro, confunde el psicoanálisis con lo esotérico. También yo, me defiendo de lo esotérico. Por algún motivo, me resulta contrario a la seducción.

Habrá sido Freud objeto de toda burla por adentrarse en el mundo de los sueños, o como bien dice Lacan, en el plano del sentido. En todo caso, eso hizo, quizás no impertérrito, pero soberbio y audaz.

Freud, le dio la espalda al gran Otro de su época, y lo hizo magistralmente; entendió que solo ignorando lo que ya sabía sucedería, podría llegar más lejos. Después de todo, son las concesiones que le hacemos al Otro, las que determinan nuestros límites. Las concesiones al otro, y nuestras resistencias.

Freud desestimó los aplausos e hizo de sus resistencias, guías de su investigación. Fue así como permitió el nacimiento del psicoanálisis.

Cuando me propuse avanzar sobre este divertimento, el que supongo me llevará toda la vida, pensé “voy a despellejar a Lacan”. Encontrar la metáfora del buen cocinero, fue algo así como su habilitación, su permiso. Hubiera avanzado de cualquier manera, porque él yace bajo la tierra, pero fue reconfortante saber que no solo está de acuerdo, sino que me impulsa a hacerlo. Si vamos a trozar, desarmar, criticar, juzgar, analizar… En suma, si vamos a dialectizar, es preciso que consintamos en ello.

Una publicación expresa consentimiento. Quizás sea por eso, que me resulta difícil pensar que un libro, sea en realidad, un objeto.

La evolución de las ciencias sociales, tal vez tenga que ver, no solo con el progresivo develamiento de las estructuras que organizan la realidad humana, sino también de un acceso cada vez más amplio y consistente a las diversas y múltiples dimensiones en que ella puede y debe pensarse. Dice Lacan, “se sabe que existe para cada estructura, un modo de conceptualización que le es propio”.

Las leyes de las ciencias puras, organizaron el pensamiento científico y lo hacen aún hoy. Las neurociencias discuten con el psicoanálisis, (y viceversa) sin reconocer que solo navegan en distintas dimensiones y evidencian distintas estructuras. Una dimensión no puede estar equivocada con respecto a otra, solo puede ser otra. Una estructura, no puede estar equivocada, con respecto a otra, solo puede ser otra.

Develar una estructura, requiere de la acción del viento. O de un plumero, no importa. Lo que interesa del agente, es que tenga la capacidad de volver transparente aquello que es accesorio.

Un baúl de juguetes, es un cajón de fragmentos, de pedazos. Para conocer la realidad ¿es preciso desarmarla? Los niños no han encontrado otro modo. Luego, se trata ya de una forma de percibir. En este sentido, la extimidad, como concepto, presenta su alcance y utilidad.

Pueden suceder dos cosas: o uno quiere tener razón, o uno quiere estar equivocado. Lo más habitual, sin embargo, es querer tener razón. Querer tener razón, es la consecuencia de amar alguna teoría, alguna hipótesis. Si se ama una teoría, se la ubica en el lugar de la verdad, y no hay quien no haga consistir aquello que ama. Abrazamos teorías e hipótesis sobre como son o deberían ser las cosas, lo hacemos cotidianamente y nos aferramos a algunas ideas que nos dan respuestas sobre el mundo. Por alguna razón, una vez que las hicimos propias, queremos que allí se esconda la verdad de las cosas, la verdad del todo. Pero bien sabemos, que la verdad no está en ningún lado y está en todos a la vez: la verdad no tiene nombre, ni entiende de palabras.

Freud, iba construyendo su teoría y veía lo que otros no podían ni sospechar. En sus textos se respira su entusiasmo, la emoción del descubrimiento. Cuando leo a Freud, también escucho a Rodrigo de Triana gritando ¡Tierra! Esa emoción, esa euforia. No sé si alguna otra cosa, se asemeja a esa felicidad.

Freud estaba sumergido en la elaboración de sus teorías, motivado, entusiasmado, tomado por su propia américa, debía defenderla de las resistencias que su época le presentaba, y en este férreo compromiso aparecen también sus especulaciones y forzamientos. Sin embargo, sabía cuidarse de sus autoengaños. Más atento que Colón, supo ir más allá de las Indias.

Después de todo, lo único que quizás nos preserve de amar nuestras ideas, sea amar a la verdad. ¿No es la verdad aquello que – si se ama – no deja nunca de desearse?

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De llaves, puntos y claves.
marzo 4, 2018|Capiton(é)Filosofía y Psicoanálisis

De llaves, puntos y claves.

De llaves, puntos y claves.

Tiempo de lectura: 3 minutos

 “En todas las almas, como en todas las casas. Ademas de fachada hay un interior escondido”.
Raul Brandaõ

Es cuando tengo la cabeza llena de música que viene a invadirme algún pensamiento tenaz; de esos que no quieren irse… que no lo abandonan a uno hasta ganar verdadero espacio en algún hilo de razonamiento más o menos acabado.

En un deslizamiento significante bastante curioso, concluyo que las paredes se construyen o se destruyen y que, sucederá lo uno o lo otro, dependiendo de una sola variable. Variable indecible, impronunciable, aún más: difícilmente descifrable. Todo depende de ella, o casi todo. Sin importar la complejidad de una teoría, todo se ordena si esta variable se vuelve visible. Habremos de  conocerla, para malentender y confundir con justicia.

Una vez que se asume la bondad de un misterio,  descifrar sus códigos, solo a veces es necesidad.

He leído a Lacan, me ha atrapado en su red. Lo veo, indicando una ruta, señalando el camino, a quien no es capaz de entender su lengua. No su lengua hecha de letras y palabras, sino aquella hecha de intenciones y deseos: metáfora viva, ilusión errante, producción hecha vida.

Quiero salir de ahí para mirarla de lejos, desde más lejos.. y más lejos. Quizás así pueda leer esta variable, indecible, impronunciable… difícilmente descifrable. Para que ordene los actos, para asir los conceptos. Para poder amarlo, bah.

Apollon Moikov, fue un poeta ruso a quien conocí hoy, por curiosidad. Amigo de Dostoievski, escribió estas palabras que pronunció en un discurso unos días después de su muerte:

(…) Conversábamos durante muchas horas, argumentábamos y debatíamos, trabajábamos sobre diferentes ideas nuevas, discutíamos el trabajo de cada uno, y como resultado, nos ayudábamos a comprender mejor las cosas.

Discutíamos acerca de todo: eventos actuales, sucesos insignificantes en nuestras vidas personales, grandes eventos que se sucedían en nuestro país y alrededor del mundo. Discutíamos todo en una gran escala, con una perspectiva histórica. A aquellas cosas pequeñas e irrelevantes, las conectábamos lógicamente  con eventos significativos. (…) 

El siempre quería llegar al “corazón del asunto”, alcanzar un entendimiento de aquello que era lo más esencial de la vida. Los dos queríamos eso, y él… ayudaba a otros a alcanzar sus objetivos.

Oh! Si las personas pudieran entender, entonces el mundo sería el Paraíso en la Tierra – solía decir. – ¿Qué quería decir exactamente con ese “entender”?

(…) Después del aplauso, los gritos y vitoreos de las grandes audiencias que seguían lecturas de sus trabajos; el solía repetir: – “Si, si, esto está muy  bien ¿pero realmente lo entienden? – El se refería a aquello que llamaba “el corazón del asunto“.

El estructuralismo se sumerge en la profundidad de las cosas para develar aquello que hay de común en elementos aparentemente desconectados; aquello que hay detrás de las palabras, en los cimientos. Una suerte de alquimia significante.

Las elaboraciones teóricas a lo largo del tiempo, no pueden disociarse del período histórico al que responden, incluso ante el cual reaccionan. Así, en una oscilación que no se detiene, se desarrolla la historia del pensamiento.

El reduccionismo freudiano, que existe, es tanto más una insistencia, que un error; pues se insiste ante aquel o aquello que se resiste.

Freud no solo fue brillante; por sobre todas las cosas, fue un hombre sincero. No espero de él, más de lo que nos ha dejado, que es bastante.

Hay un principio ordenador detras de todo desorden, hay una u otra necesidad, detras de toda teoría.

Despegar la corteza de sus membranas, lentamente. Para que no sangre. Las suyas, Sir Jacques Lacan.

*Fragmento del discurso escrito y leído por Apollon Maikov, en la Reunión General Especial de la Sociedad Eslávica de Caridad, Febrero o Marzo de 1881.

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